¿No?, ¿De verdad?, ¿Ni siquiera un poquito?
De todos es sabido que los hombres y mujeres vinculados al mundo de la mar son bastante supersticiosos.
La primera asociación de ideas que nos inspira este comentario nos recuerda a galeones, piratas, tesoros, y en fin, a la marinería de épocas remotas. Sin embargo, esto sigue siendo una realidad en nuestros días.
Bueno, dicho esto a modo de preámbulo, os diré que yo me considero una persona pragmática y excéptica, pero los días que voy a ir a navegar tengo dos o tres... no sé si llamarlas supersticiones. Yo diría más bien que pequeñas y absurdas manías. Por ejemplo, el color de los calcetines. También uso un determinado vaso para beber agua o cerveza y jamás se me ocurriría cambiar alguno de estos elementos. Y hay otros detalles en el proceso de la carga, descarga y montaje de material. Todo lo hago de una manera determinada. Y no por una cuestión de orden sino por ... "lo otro". Y todo ello va dirigido, obviamente, a tener buena suerte en la sesión.
He pensado que a lo mejor es que todavía no confío excesivamente en mí y quiero contar con la complicidad de la fortuna.
¿Es que se me ha ido definitivamente la olla o a vosotros también os ocurre algo parecido?
Saludos.
De todos es sabido que los hombres y mujeres vinculados al mundo de la mar son bastante supersticiosos.
La primera asociación de ideas que nos inspira este comentario nos recuerda a galeones, piratas, tesoros, y en fin, a la marinería de épocas remotas. Sin embargo, esto sigue siendo una realidad en nuestros días.
Bueno, dicho esto a modo de preámbulo, os diré que yo me considero una persona pragmática y excéptica, pero los días que voy a ir a navegar tengo dos o tres... no sé si llamarlas supersticiones. Yo diría más bien que pequeñas y absurdas manías. Por ejemplo, el color de los calcetines. También uso un determinado vaso para beber agua o cerveza y jamás se me ocurriría cambiar alguno de estos elementos. Y hay otros detalles en el proceso de la carga, descarga y montaje de material. Todo lo hago de una manera determinada. Y no por una cuestión de orden sino por ... "lo otro". Y todo ello va dirigido, obviamente, a tener buena suerte en la sesión.
He pensado que a lo mejor es que todavía no confío excesivamente en mí y quiero contar con la complicidad de la fortuna.
¿Es que se me ha ido definitivamente la olla o a vosotros también os ocurre algo parecido?
Saludos.